Las espiritistas
de Telde
Luis León Barreto
Las Espiritistas de Telde no es solo una novela, sino
tres, puesto que en realidad se compone de tres historias diferentes que ambientadas
en épocas distintas nos dan varias impresiones sobre el ambiente isleño que nos
sorprenden por estar acostumbrados a un modo de vida diferente. Llama nuestra
atención, la afición al azúcar de caña, a las peleas de gallos, la
despreocupación y la calma con la que viven sus gentes, la cercanía con la que
parecen tratar a cualquier foráneo, ...
La historia principal, ambientada en la época más actual,
cuenta la vida de un periodista que viaja a las Islas. Esta historia, a su vez
gira sobre una de las otras dos; un ritual que en los años 30 conmovió a los
canarios, el asesinato de una joven, por parte de su familia, para la
purificación de otra alma, la de su hermano. La tercera se desarrolla desde el
siglo XVI hasta el XX y es un repaso histórico, sociológico y etnológico de la
vida en las Islas, ejemplificado desde la vida de la famila Van der Walle,
protagonista del llamado crimen de las espiritistas.
No está totalmente claro para nosotros, pero podríamos
destacar como protagonista de la novela al periodista Enrique López. Aparece
por primera vez en el tercer capítulo, pero él es el vínculo a partir del cual
se nos acercan las otras dos historias que forman la novela.
Enrique llega a Canarias para hacer un reportaje creyendo
que por fin éste le sacará del anonimato, y con la ilusión de conocer una
tierra diferente y acabar con la monotonía de su vida en Madrid. Nada más
bajarse del avión introduce en una primera impresión el clima de las Islas, al
describir el “soplo de aire tibio y esponjoso” que siente al llegar, los cielos
transparentes, con escasas nubes que pocas veces traen lluvias.
A partir de ese momento, con la ayuda de Raquel, su guía
y compañera durante la estancia, empieza a investigar sobre el caso de espiritismo
que se desarrolla como otra de las historias y que nos da una imagen sobre la
ideología isleña, sobre la difusión que tienen los casos de espiritismo y de
magia negra, sobre las creencias que las caracterizan de misteriosas y fantásticas.
Desde esta lectura podemos entender que el espiritismo y la religión están muy
arraigados tanto en la isla como en sus habitantes que reconocen orgullosos la
multitud de historias que se cuentan sobre su tierra, como por ejemplo el
conocido mito de la Atlántida del que se supone que Canarias es la prueba física
de su existencia, la leyenda del Jardín de las Hespérides, los Campos Elíseos,
el Jardín de las Delicias, ... Otra de las costumbres que se cuentan en el
libro es el llamado “Rancho de Ánimas”, un grupo de espíritus que nos recuerdan
a la Santa Compaña típica de la mitología gallega: una procesión de almas en
pena que vestidas de blanco y con velas caminan errantes por los bosques. Salen
por la noche y cargan una cruz en manos de alguien que tendrá que ir las noches
siguientes con ella delante de las ánimas hasta que pase esa cruz a otra
persona. Esta leyenda sigue todavía vigente en la sociedad rural.
Con este ejemplo podemos observar la proximidad que
existe entre las culturas gallega y canaria en cuanto a las fuertes creencias
sobre historias mitológicas, aunque desarrolladas de forma diferente, ya que la
primera es una tradición más rural en la que se habla de “meigas” y “conxuros”,
como el de la típica “queimada”, mientras que la segunda está más unida a la
cultura del otro lado del charco. Ésta se diferencia de la nuestra en la
abundancia de ritos relacionados con el folklore.
A lo largo de toda la novela se nos dan contínuas
muestras de la profunda religiosidad de las gentes que poblaban las islas,
manifestada principalmente en los ritos practicados por la familia Van der
Walle, pero también expresada en casos concretos de habitantes, sobre todo del
medio rural, lo que nos acerca bastante a la peculiar forma de pensar y de
entender el mundo que tienen los canarios.
Esta ideología tan característica se debe a la diversidad
de pueblos que formaron desde un principio la cultura canaria hasta convertirse
en lo que hoy conocemos; y esto creemos que se debe no sólo a la estrecha
relación que existe entre Canarias y Cuba, ya que marinos y agricultores habían
emigrado allí en busca de riqueza, sino también a los diferentes personajes que
desde distintos lugares del mundo llegaron a las Islas para formar allí una
familia. Incluso los apellidos típicos canarios son deturpaciones de apellidos
extranjeros, como bien explica el libro, que se castellanizaron desde sus
idiomas de procedencia tan diversos como el inglés, francés, alemán, etc, como
por ejemplo Van Damme, actualmente Vandama, Artils, que pasó a ser Artiles, ...
Esta variedad de idiomas la encontramos todavía en las
Islas, ya que poseen desde hace tiempo un gran interés turístico por hallarse
situadas en una zona de clima cálido y por tener una variada vegetación (de lo
que se habla contínuamente en la novela) que se hace muy atractiva al
visitante. Porque no sólo hay plataneras y palmeras (como creíamos hasta ahora)
también sus interminables playas de dunas o de arena negra la convierten en
reclamo para los extranjeros que inundan calles y playas durante todo el año.
La tercera parte de las que diferenciamos hace un repaso
histórico de la vida en las islas desde la familia Van der Walle, protagonista
del caso de espiritismo, y asisitimos así a una exhaustiva información y
descripción de las Islas a través de los siglos. El primer miembro de la
familia, Pieter, trabajaba en el campo del algodón con la ayuda de esclavos
procedentes del nuevo mundo, quienes posteriormente se convertirían en lo que
son los habitantes de Canarias.
Las primeras referencias históricas que se tienen sobre
las Islas son de la llegada de barcos que hacían un alto en su ruta para llenar
sus bodegas. En el libro aparece ejemplificado el caso de Colón, que al llegar
describe lo que ve como “el solar más fértil y dulce en temperancia de frío y
calor, que no pueden cansarse los ojos de ver”, o mismamente como Pieter, que
se traslada a vivir allí; lo que era conocido como “las Islas Afortunadas”,
llamadas así porque se creía que proporcionaban a sus habitantes un aire y un
clima sano, así como frutos de toda clase que favorecían un estilo de vida muy
sosegado y apacible. Por esto fueron consideradas como las más hermosas de
todas las islas por la riqueza de su suelo y sus aguas.
La tradición de esta familia perduraría allí, aunque
conocida como Vandale en lugar de Van der Walle, hasta que muere el último de
sus miembros, Jacinto, por quien sacrifican
a su hermana Ariadna en el crimen de espiritismo que es el eje fundamental de
la novela.
Después de haber leído el libro podemos sacar en
conclusión una serie de ideas muy claras sobre las Islas y su gente; pues en la
obra nos encontramos con unas descripciones tan detalladas que prácticamente no dejan lugar a
dudas. Por eso mismo, en el resumen-valoración que hicimos de la historia nos
resultó imposible no tomar ejemplos directos de la novela para ayudarnos en
nuestras explicaciones.
La gente parece ser muy calmada y acostumbrada a la vida
tranquila, a esa “pachorra densa que inunda las calles”, un ambiente totalmente
rural que en ocasiones nos recuerda a Galicia, además de la similitud en cuanto
a la fiesta constante, porque tanto aquí como allí abundan las celebraciones
populares. Sin embargo, como muy
diferente, podemos destacar el clima y sus consecuencias, ya que aquí,
acostumbrados a unas temperaturas más frías y húmedas, nos llaman la atención
los paisajes áridos, y en algún caso desérticos que describe el autor. Nos
sorprende también, aunque esta vez por la semejanza, la descripción de los
vientos marítimos, que se dan tanto en Galicia como en Canarias, ambas tierras
de tradición pesquera por excelencia.
Desconocíamos hasta que empezamos a trabajar sobre el
tema la multitud de leyendas que se relacionan con las Islas, por las que
pudimos conocer a fondo su gran riqueza cultural. También nos eran ajenos otros
aspectos como su naturaleza; mucho más variada de lo que pudiéramos imaginar,
con plantas de todo tipo que van desde ficus, adelfas, higueras, hasta acebo,
castaños, nogales y frutales de todo tipo.
En el libro se habla poco de la gastronomía, sólo se hace
mención al bienmesabe, un dulce de
almendra típico de la tierra (de Tejeda), a algún tipo de queso y a la famosa
caña de azúcar, a partir de la que sacan el conocido ron canario, al que son
muy aficionados los isleños (e imaginamos que cualquiera que pueda llegar a
probarlo).
Finalmente, casi acabamos conociendo más sobre la
historia y la mitología de las Islas Canarias que sobre la gallega; tal vez
porque aquella tierra es más proclive al exotismo imaginativo de los
comentadores debido a su situación privilegiada y a su historia: desde ser el
confín de la tierra conocida (el verdadero meridiano
cero de la antigüedad, última tierra pisada por Colón), hasta lugar de
descanso de los modernos viajeros del espacio.
Antonia
Gamallo López
Diego
Rodríguez Paz
mayo de 2002